Se
trata de una de las especies más preciosas de nuestro planeta. Su
pelaje, blanco marfil, y su mirada penetrante, hacen de este animal uno
de los pocos considerados como dioses. Durante muchos años las tribus
africanas creyeron en su existencia, alegando poderes sobrenaturales
sobre ellos y asegurando que provienen de las estrellas.Más
difícil de alcanzar que el leopardo africano, más raro que el
legendario leopardo de las nieves del Himalaya y tan blanco como el oso
polar de Alaska.
Los
rumores de la existencia de leones blancos han sido contados de
generaciones en generaciones entre las tribus africanas durante siglos.
Muy pocos eran los privilegiados que habían conseguido ver un "ángel de
Dios" como ellos los llaman. Tan sólo hay un lugar en la Tierra
donde los leones blancos han vivido de forma natural: la región de
Timbavati , que significa "el lugar donde los ángeles bajan del cielo".
Es
allí donde la familia Little en 1938 fueron los primeros europeos en
avistar un león blanco. Sin embargo, no fue hasta 1970 cuando fue
reconocida mundialmente la existencia de esta particular especie. Es
normal que hubiesen incrédulos negando la existencia de una especie tan
particular, ¿Un león blanco? ¿Las tribus dicen que bajan de las
estrellas y que tienen poderes sobrenaturales? Hasta que no vea uno no
me lo creo.
Sin
embargo, este retraso en el reconocimiento de la especie consiguió que
pudieran vivir en paz durante más tiempo. Si se hubiera conocido antes
la especie es probable que ya no existiera. Su pelaje blanco, no se debe
a un caso de albinismo, sino que proviene de un gen recesivo que deben
tener el padre y la madre (“leucismo”), esto reduce enormemente las
posibilidades de que nazca un león blanco. Por si esto fuera poco, su
pelaje le impide camuflarse entre la sabana africana por lo que le
resulta mucho más difícil alimentarse y por lo tanto la supervivencia se
ve mermada.
Quizá
sea este el motivo de su peligro de extinción, además de que su gran
belleza y su escasez natural produjo un aumento significativo de su
valor (vivo o muerto) en el momento en que se reconoció su existencia.
Esto produjo una auténtica avalancha de turistas y cazadores a su
santuario reduciendo así el número de ejemplares.Actualmente
solo quedan alrededor de 300 ejemplares, todos en cautiverio dejando
sin rey el santuario a donde bajaron del cielo: Timbavati.
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