Translate

miércoles, 1 de mayo de 2013

Tutankamón,su tumba y su maldición

Os contaré algo sobre Tutankamón, su tumba y lo que más increible es: su maldición.

Era un faraón egipcio de la XVIII dinastía.Todo comienza en la orilla occidental del Nilo, frente a Karnak y a Luxor. Allí es donde en 1906, Howard Carter y Lord Carnarvon emprenden sus excavaciones que conducirán años más tarde al hallazgo de una tumba real de la XVII Dinastía.
Las reliquias que se albergaban en su tumba eran de un valor incalculable, miles de piedras preciosas, muebles de oro macizo, vasijas, mantos reales y destacando por encima de todos ellos, un féretro de tamaño descomunal y un trono realizado completamente en oro. 
Pudo haber fallecido como consecuencia de una complicación en una pierna fracturada y no por un golpe en la cabeza, como se había sospechado tiempo atrás,según el escáner, Tutankamon tenía una fractura en el fémur izquierdo, la cual se pudo haber infectado. Aunque no todo el equipo de investigación está de acuerdo con esta teoría, todos coinciden en que no existió un homicidio.

Pero con el tesoro, llegó la maldición. Pocos días después del hallazgo, empezaron a divulgarse leyendas y mitos en torno a esta tumba, se decía que quien osara violarla y profanar sus objetos encontraría la muerte. Era lo único que detenía a los curiosos a adentrarse en busca de fortuna. Los más crédulos hablaban de maldiciones.Los escépticos, de majaderías. Pero cuando la muerte empezó a sobrevolar el campamento de expedicionarios y a todo aquel que tuvo relación con la tumba de Tutankamón, sintieron el miedo recorrersus espaldas. Si el faraón más poderoso del Antiguo Egipto quería venganza, nada ni nadie podría impedirlo. La leyenda de la maldición empezó a extenderse con el ataque de una cobra al canario que Carter tenía para no sentirse solo en las profundidades subterráneas y culminó con la extraña y dolorosa muerte del coleccionista Lord Carnarvon.

Pero mejor os cuento la maldición un poco más detallada ¿no? Pues ahí va.
Por más de 3270 años su cuerpo había quedado oculto a los ojos del mundo. A la codicia y la maldad de la raza humana. Al igual que sus antecesores, Tutankamón había sido enterrado en el Valle denominado de los Reyes. Todos aquellos que reinaron sobre la misteriosa raza descansaban allí en uno u otro lugar. Por siglos el Valle de los Reyes había sido saqueado por todo tipo de maleantes, aventureros, conquistadores y, finalmente; los arqueólogos que deseaban los ocultos tesoros del lugar. El valle fue saqueado de una forma tal que sus paredes graníticas parecían un paisaje escapado de la Luna. Se llegó al convencimiento de que todos los Faraones habían rendido sus secretos a la Humanidad en una u otra forma. Pero aún quedaba una... Tutankamón.  

Uno tras otro los arqueólogos que buscaban la tumba de Tutankamón se dieron por vencidos. Liquidaban sus expediciones y volvían a sus tierras y a sus Universidades contando lo que podía haber sido. Solo uno permaneció expectante. Howard Carter estaba decidido a develar el misterio del Faraón adolescente. Desde 1917 se dedicó a excavar en los restos de los otros arqueólogos.Y por fin, el 26 Noviembre de 1922 sus esfuerzos de varios años dieron el resultado apetecido. La entrada a la tumba fue descubierta. Dieciséis escalones que conducían hacia las profundidades.Tras bajar los escalones Carter se encontró en una antecámara.Carter se inclinó ante la puerta de granito. Una puerta maciza grabada con todo tipo de signos jeroglíficos. Bajo la puerta había una especie de rajadura por la cual podía verse hacia adentro. Carter se inclinó con su linterna y la enfocó hacia la Tumba Real. Por varios minutos permaneció inmóvil viendo lo que acabamos de descubrir. Los tesoros incontables que brillaban en la oscuridad y que adquirían dimensiones propias al ser violados por la luz eléctrica... casi 3500 años después de su desaparición.Eran piedras preciosas en montones. Muebles de oro sólido, vasos de exquisita configuración, mantos reales conservados en perfecto estado, y finalmente un trono real de oro que por sí solo valía el rescate de un Emperador. Todo esto sin contar infinidad de pequeños objetos, cada uno de los cuales hubiese hecho las delicias de cualquier museo en el mundo a un precio de millones. Todo junto, lo contenido en las cuatro cámaras encontradas fue descrito por el arqueólogo americano James Breadstad como "Los inmensos e incalculables tesoros de un niño que dominó el mundo mucho antes de que se conociera Creta, antes de que Grecia fuera concebida o Roma creada... y cuando aún más de la mitad de la historia de la civilización estaba por escribirse".

Cuando Carter y su cuadrilla finalmente abrieron la puerta en la última cámara, la dedicada a tumba del Faraón especialmente. Un grito de admiración escapó de la garganta en los pocos presentes. Estaban ante un masivo ataúd de granito de más de nueve pies de largo. Dentro del ataúd había otros tres más pequeños que a su vez se fijaban uno en el otro con pasmosa precisión. Los dos exteriores hechos de madera con incrustaciones de oro y piedras preciosas en la parte interna. Y el tercero y último conteniendo los restos del faraón adolescente hecho de oro sólido. Allí estaba el cuerpo momificado del faraón Tutankamón. Su rostro cubierto con una máscara que semejaba sus facciones aniñadas y también de sólido oro.
A simple vista se veía que, ladrones del Valle de los Reyes habían penetrado en ella. Aún cuando ninguno de ellos se atrevió a tocar el ataúd real. Los sellos en las puertas habían sido rotos y arreglados nuevamente por los guardianes.


Tutankamón fue violado en su descanso eterno por Carter. Estos históricos y maravillosos descubrimientos atrajeron la atención internacional en el acto. Cientos y miles de turistas llegaron al Valle de los Reyes desde todos los ámbitos del mundo. Caminaban por el polvo del desierto excavando, pateando y apartando cuanta piedra había en su camino con la esperanza de encontrar algún objeto precioso perdido.
Esto hacía que Carter tuviera que mantener continua vigilancia 24 horas al día sobre su descubrimiento. Pero aún más que los tesoros había algo que atraía la morbosidad de la multitud. Se corría entre los egipcios una leyenda. Se decía que todo aquel que violara la tumba del faraón Tutankamón encontraría muerte por su profanación. Una maldición ancestral, mística y horrenda que escapaba desde las gélidas paredes de la tumba subterránea y que detenía a todo aquel que se acercara a ella con la excepción de Carter y su equipo.

Carter en la tumba puso una jaula con un canario dentro,cuyo canto ponía algo de alegría en el sombrío ambiente. Una tarde notó que el canto se interrumpía bruscamente y, al levantar la vista, vio una cobra (la serpiente guardiana de los faraones y encarnación de la diosa Edjo) devorando a su infortunada mascota...
La maldición comenzó a confirmarse. Lo que comenzó como un simple cuchicheo terminó por convertirse en trágica realidad. La muerte de Lord Carnavon murió el 5 de Abril de1923, apenas diez meses después de haber penetrado en la Cámara Real, él fue el que disparó la imaginación del mundo.A George Edward Molyneus Herbertle le picó un mosquito que al cabo del tiempo le llevó a una infección que le había atacado la garganta, el oído interno y el pulmón derecho.Tras sufrir una terrible agonía plagada de dolores horrendos y deformaciones física, incluida la caída de todos los dientes, para el 4 de abril estaba muerto.


Según el Egiptólogo que descifró la inscripción que contenia la tumba decía: "La muerte vendrá con alas ligeras sobre todo aquel que se atreva a violar esta tumba" Lo cierto es que la famosa inscripción jamás pudo ser encontrada nuevamente ya que los trabajadores de Carter destruyeron la pared que la tenía escrita.
Arthur Mace(con una barra de hierro rompió los últimos pedazos del sello que separaba al mundo exterior de la Cámara Real) moría de forma fulminante en el hotel que ocupaba Lord Carnavón en el Cairo. Los médicos se encontraron imposibilitados de dar una explicación científica a su repentina muerte. Pero aquí no se detenía la aparente maldición.
Sir Douglas Reíd (radilogista que había trabajado bajo las órdenes de Carter) repentinamente enfermó de cansancio y agotamiento, fallecía dos meses después sin causa conocida. Seguían las muertes violentas. La secretaria de Carter, Bethel, moría de un ataque al corazón. Cuando su padre se enteró de la noticia (también había estado en la Tumba) falleció al lanzarse de un séptimo piso. 
Un profesor canadiense (amigo de Carter recorrió la tumba pocos después del hallazgo) regresó al hotel en el Cairo y murió víctima de un ataque cerebral. Los trabajadores que participaron en la excavación también morían por igual.

La momia de Tutankamón fue llevada a la Universidad del Cairo en Noviembre 11 de 1925. Se trataba de hacerle la autopsia bajo el escalpelo profesional del doctor Douglas Derry.En un silencio de muerte tomó el escalpelo y realizó una incisión directa en los vendajes exteriores de la momia. Los vendajes cayeron a ambos lados mostrando 143 pequeñísimos bolsillos. Cada uno de ellos guardando una piedra preciosa. Alrededor de su cuello estaba el "collar de la protección" según la religión egipcia y confeccionado en hierro. Los brazos estaban cubiertos con magníficos brazaletes. Siete en el derecho y seis en el izquierdo. Cada dedo de sus manos tenía un anillo de oro macizo. El abdomen estaba cubierto con capas de misteriosos objetos también de oro macizo. Todos ellos en forma de T. La cabeza estaba cubierta con una magnífica diadema de oro y separándola del afeitado cráneo (según la moda egipcia) había una malla de finísimo oro batido.


Por fin todos los adminículos y ornamentos fueron separados. Los presentes dieron un suspiro de asombro. Las facciones del Faraón Niño aparecían serenas. Casi vivas. Perfectamente conservadas. En la mejilla izquierda, casi bajo el lóbulo de la oreja tenía una depresión en el hueso. Se especuló que quizás de aquello había muerto el faraón. Una fractura en el hueso y un derrame cerebral. Sin embargo jamás se encontraron pruebas para garantizar esta teoría como válida. La voz del pueblo se entera de todo. De algún lugar surgió el rumor de que "el Faraón tenía una marca en el mismo lugar en que Lord Carnavón fue picado por el mosquito" Y esto era cierto.

De allí en adelante se esperó la muerte de los asistentes a la autopsia de un momento al otro.Uno que ayudó al doctor Derry en la autopsia murió poco después de un ataque al corazón. Sin embargo, el principal ejecutor de la autopsia, el mismo Derry sobrevivió hasta pasados los ochenta años. La teoría de la maldición tenía sus pros y sus contras. El mismo Carter sobrevivió su descubrimiento hasta los 67 años y murió de aparentes causas naturales. Sin embargo había algo que llamaba la atención.Los dos asistentes principales habían muerto.Uno de ellos el Lord Carnavon y el otro fue el radiologista Carlyle ayudante del doctor Derry.

Lord Carnavon representaba la fuerza monetaria que había hecho posible las excavaciones. Sobre él debía caer la maldición y no sobre Carter que era un simple egiptólogo pagado por el Gobierno. En el caso de Carlyle se llegó a la conclusión de que, tras de la incisión primaria efectuada por el doctor Derry, el resto de la operación fue realizado por su ayudante.
Para 1935 la cifra total de muertos relacionados con Tutankamón sumaba veintiuno y varios recopiladores de sucesos la elevaron hasta treinta.
A esto se debe añadir los sucesos posteriores ocurridos en la década de los años sesenta, 
consiguiendo que la maldición de Tutankamón volviera a ser titular en los periódicos. Mohammed Ibrahim, en esa época director egipcio de antigüedades, intentó impedir que varias reliquias halladas en la tumba fueran a a París. Había sufrido una serie de pesadillas que anunciaban su muerte si las dejaba salir de Egipto. El gobierno le obligó a aprobar el traslado y ese mismo día murió atropellado. El doctor Ezze-din Taha, de la Universidad de El Cairo, descubrió que varios arqueólogos y personas que trabajaban con restos antiguos solían padecer infecciones en la vías respiratorias debidas a la existencia de diversos hongos. En 1962 expuso que la famosa maldición podría tener origen en estos peligrosos hongos. Al salir de la conferencia tomó su coche. En la larga carretera de El Cairo a Suez chocó frontalmente contra otro coche. La autopsia demostró que su muerte se debió a un fallo cardiaco ocurrido pocos segundos antes del accidente.

En 1972 el nuevo director del Departamento de Antigüedades egipcio, Gamal ed-Din Mehrez, sucesor de Ibrahim, afirmó a Philipp Vandenberg que no creía en la maldición: "Fíjese en mí, toda la vida he estado trabajando con tumbas y momias. Seguramente soy la mejor prueba de que todo son coincidencias" Gamal murió la noche siguiente a la supervisión del empaquetado de los objetos destinados a la exposición que se iba a celebrar en Londres. Los miembros de la tripulación del avión que efectuó el traslado a la capital británica se vieron también alcanzados por la maldición. El teniente Rick Laurie murió en 1976 de un infarto. Su esposa se volvió loca y contaba a todo el mundo que su marido murió por culpa de la maldición. El ingeniero de vuelo Ken Parkinson sufrió seis infartos y murió en 1978. El oficial Ian Lansdown confesó haberse burlado de la maldición dando una patada al cofre que transportaba la mascara. Se fracturó esa misma pierna al romperse una escalera de hierro y su curación se complicó hasta que pasados seis meses pudo volver a andar. La casa del teniente Jim Webb se incendió mientras pilotaba el avión hacia Londres. Y Brian Rounsfall que se burló junto con Ian de la maldición dedicándose a jugar a las cartas sobre la caja que contenía el sarcófago,sufrió dos infartos el año siguiente.

La lista continuó de nuevo en los años ochenta destacando la filmación de la película La maldición del rey Tut en donde se usaron objetos pertenecientes a Tutankamón. El protagonista, Ian McShane, cayó con su coche por un acantilado el primer día de grabación rompiéndose la pierna por diez sitios.
Parece ser que la maldición lleva años inactiva. Quizás sea auténtica, quizás sólo sean coincidencias sorprendentes, pero ahí está en pié desafiando a cualquier explicación. ¿Es cierta la leyenda del faraón Tutankamón? Sólo la máscara inmutable de su rostro guarda la solución.
Yo solo os digo eso amigos tened mucho cuidado con estas cosas, y más cuando tienen tanto repertorio.

No hay comentarios: